La práctica de cualquier deporte es siempre una actividad que genera felicidad; pero, cuando hablamos de pádel, hay que decir que está parece elevada a su máxima potencia. Desde la primera vez que entras a la cancha sientes cierta comodidad que te hace tener confianza. Estás en esa burbuja fantástica que desde el principio te atrapa y aunque la practica deportiva no sea habitual en tu vida, simplemente generas una conexión mágica que es evidente, independientemente del género o la edad de quien se inicia en el pádel.
Ya seas jugador o espectador, ¡todo es disfrute! Es habitual que grupos de amigos y familiares se reúnan a celebrar en fin de semana, mientras disfrutan del juego y un encuentro programado para una o incluso dos horas, resulta corto. En este tipo de encuentros siempre se escuchan risas, gritos, carcajadas, celebraciones de buenas y hasta de malas bolas, propias y del rival; el tiempo simplemente pase volando. Al final parece increíble que después de la fiesta que es cada juego de pádel, la gente salga sudando y haya realizado un trabajo intenso, apenas sintiendo el esfuerzo de cargar la pala. Esto no pasa sólo con jugadores que apenas se inician en la práctica de deportes en el mundo de las raquetas y las pelotas verdes, algunos jugadores habituales de tenis llegan al pádel por curiosidad y allí se quedan. El pádel seduce de tal forma, que, hasta los más consagrados a largas jornadas de gimnasio, encuentran en este deporte la combinación perfecta de actividad física y deleite.
¡Hacer deporte y sonreír al mismo tiempo si es posible! Esto ocurre en el pádel y es por eso que de manera exponencial crecen los adeptos a este deporte que congrega más almas cada día en el mundo entero, en todos los continentes. En nuestro país el interés es creciente y la construcción de nuevos clubes garantiza que la Felicidad del pádel llegue a más personas cada día.
Clara Marcela Valencia Arango